El viernes pasado, los pequeños del Centro Municipal
Infantil ‘Garrido’ tuvieron una visita especial. Un señor de larga barba y pelo
blanco, vestido con un traje rojo y blanco, un saco al hombro y que decía “jou,
jou, jou” se dio un paseo por la guardería para llevar unos regalos a los
niños.
No hace falta decir que Papá Noel estuvo allí, al igual que
tampoco es muy difícil adivinar quién estaba bajo ese disfraz… Desde que Hugo
entró a la guardería me apunto a todo lo que haya y no iba a dejar pasar una
oportunidad como esta, así que me enfundé el traje y fui aula por aula
visitando a los peques.
El resumen: lo volvería a hacer las veces que hiciera falta.
Nunca se me olvidarán las caras de asombro e ilusión de muchos de ellos cuando
aparecía por la puerta de cada clase. No se movían, no pestañeaban, no decían
nada… ¡Papá Noel había ido a verlos! Qué bonita es la inocencia infantil…
Ciertamente no todas las reacciones fueron iguales, también
hubo algún niño que se asustó y no se separó de su educadora, pero es normal, algunos
era la primera vez que veían al personaje y a otros simplemente no les gusta.
Eso sí, ninguno dijo que no a los regalos (una mano que da palmas y una bolsa de gusanitos
cortesía del AMPA) y gracias a ellos los indecisos perdieron la vergüenza para
acercarse a mí. Después de estar un rato con ellos, los mayores ya me daban
abrazos, me chocaban la mano e incluso una niña me contó lo que me había pedido
(bueno, a mí no, al Papá Noel de verdad).
Y ahora la gran pregunta que me han hecho todos: ¿Te
reconoció Hugo? Por suerte no. Hugo no es precisamente el niño más extrovertido
de la clase, por lo que fue uno de los que se iban acercando poco a poco. No me
reconoció, pero durante ese trayecto hacia mí sí miraba con cierto aire de
sospecha a esos ojos que aparecían entre los pelos de la cabeza y de la barba.
Se acercó, le di los regalos, me chocó la mano y me dio un abrazo, todo con
cautela y pensando de qué le sonaban esos ojos, pero no me descubrió. Bendita
inocencia infantil…
Lo gracioso fue que él no me reconoció, pero una compañera
suya sí. “Hoy ha venido Papá Noel y también el papá de Hugo”, le dijo a su
madre. Pues nada, debe ser que mis andares de anciano y mi voz a medio camino
entre el Oso Yogui y Alf no le despistaron.
Voy a ir terminando y lo voy a hacer con una recomendación:
si alguna vez tenéis la oportunidad de hacer algo similar no lo dudéis, es una
experiencia única, y es que ver la ilusión en la cara de un
niño no tiene precio. Todavía no tengo claro quién se lo pasó mejor, si ellos o yo. Y dicho esto… “Jou jou jou, feliz Navidad”.