viernes, 31 de julio de 2015

¿Y si no quiero darte un beso?

“¿Me das un beso? Dame un beso. ¿Por qué no me das un beso?” Cuántas veces habré escuchado alguna de esas frases a lo largo de mis dos años y medio de vida… El caso es que los vendo caros, no soy un niño muy besucón…y menos aún con las personas desconocidas. ¿Por qué he de efectuar una muestra de cariño hacia alguien al que no se lo tengo? Y donde digo desconocido, digo persona que no me cae bien. No lo entiendo.

Por la experiencia que tengo, cuanto más años tiene la persona que tengo enfrente, peor se toma que no le quiera dar un beso. ¡Pero es que no me apetece! ¿Por qué se lo toman mal? ¿Por qué me quieren obligar a hacerlo? Al final nos hacen pasar un mal rato a mi papá y a mí. Él me pregunta si le quiero dar un beso a otra persona, pero si la respuesta es negativa no me insiste y pasamos a otra cosa. Como mucho alguna vez me pregunta por qué, pero por el simple hecho de que quiere que razone las cosas que hago, no como reproche.

El otro día le di un beso a un amigo de papá. Al principio no quería, pero al final se lo di porque me lo pasé bien con él


La frase “pues qué mal educado está este niño” es recurrente en las personas mayores cuando reciben una negativa a un beso, nosotros de momento no la hemos escuchado y mejor que siga siendo así porque mi padre saltaría, lo sé. 

Una de las cosas buenas que tenemos los niños es que somos puros y no estamos corrompidos por la sociedad, no hemos adquirido ciertos clichés negativos. Gestos como este lo demuestran, no quiero hacer algo y no lo hago. Un consejo: si queréis saber si doy besos o no preguntádselo a mi papá, a mi mamá o a mis amig@s...

lunes, 27 de julio de 2015

miércoles, 22 de julio de 2015

Los cerdos del Zurguén

Debajo de nuestra casa tenemos un pequeño parque, no es nada del otro mundo, pero cumple su cometido con los niños. Está compuesto por un tobogán, dos columpios y mucha arena… O así debería ser porque en esta época del año se llena de hierbajos y otro inquilino se ha hecho un hueco en él de forma permanente: las heces de perro.

Con dar un paseo por el bordillo se puede ver más de una veintena de ‘regalitos’ de estas mascotas y la posibilidad de que un niño entre en contacto con ellos es muy alta. Como si de un bazar de mierda se tratara, las hay de todos los tamaños, formas y texturas, incluso las hay que llevan tanto tiempo que están secas y duras como piedras y otras que se camuflan gracias a un rebozado en arena.

Los culpables no son precisamente los animales, a ellos les viene el apretón y lo hacen donde les pille, pero a los dueños no les puedo poner otro calificativo que el que titula este texto. Dejando la normativa a un lado, que ya es motivo suficiente para recoger las heces, a estas personas se les debería caer la cara de vergüenza por su falta de higiene (¿o acaso ellos hacen del vientre y dejan el choricillo flotando en su retrete?) y su falta de consideración hacia los niños.

Hace un tiempo denuncié este hecho en un medio de comunicación, hoy lo hago aquí y lo seguiré haciendo mientras nadie ponga remedio a este estercolero en el que se está convirtiendo el parque en el que debería jugar mi hijo.

El Zurguén no sólo está lleno de perros, sino que también abundan los cerdos. Aquí os dejo un paseo por algunas de las cacas.






















martes, 21 de julio de 2015

Conversaciones paternofiliales IV

- Papá, vete a buscarla.
- ¿Por qué?
- Porque yo tengo dos pelotas.

(Estábamos jugando en el pasillo con cinco pelotas y una se fue lejos)

domingo, 19 de julio de 2015

Maldito placer dulce

Hubo una tarde, hace ya mucho tiempo, que vi a mi abuelo comiendo una cosa oscura dividida en pequeños cuadraditos. Mi curiosidad me hizo acercarme y pedirle un trozo. Era un aperitivo dulce y que estaba muy rico. Desde entonces me familiaricé con su nombre: chocolate.

Hasta ese día no sabía que en casa de mi papá también había chocolate, nunca lo había comido con él y si no llega a ser por mi abuelo ese descubrimiento se hubiera retrasado mucho más tiempo. Pese a que es prácticamente inevitable en cualquier niño, él es de la opinión que cuanto más tarde lo hubiera probado, mejor.

Chocolate con leche o chocolate blanco, esa es la cuestión


Tabletas, huevos Kinder, barritas Kinder, Lacasitos… Desde ese momento se abrió la veda y si por mí fuera comería chocolate a todas horas, pero mi papá no me deja por más que me pongo pesado.

Mis visitas a la nevera son constantes y en cuanto la veo abierta dejo muy claro que lo quiero, pero le da igual que llore y me entre una pataleta. Poco a poco ha ido reduciéndome la cantidad y sólo me deja comer una barrita de Kinder o dos onzas de chocolate al día, aunque esporádicamente también me da Lacasitos. Y nada, que no hace caso a mis berrinches, así que voy a tener que cambiar la fórmula...


¿Qué hacen los demás papás al respecto? ¿Chocolate sí o no?

domingo, 12 de julio de 2015

Y el verano se volvió interesante

“Adri, ¿andas ocupado? ¿Te importa si te llamo?”

Así comenzó una conversación que daría la vuelta a mi verano y me lo cambiaría enormemente para bien. Doce días han pasado desde que me despedí de Hugo, se fue de vacaciones con su madre a Córdoba con el objetivo de pasar todo el mes de julio allí, pero por motivos laborales han tenido que regresar antes de tiempo y el pequeño ha vuelto conmigo a casa.

Según lo acordado, yo iba a pasar con él el mes de agosto entero, pero debido a este cambio estamos juntos desde hoy mismo. Posiblemente os preguntaréis qué modifica este anticipo de su llegada si al final vamos a pasar juntos un mes, igual que antes, y la respuesta es muy simple: la rutina.

No sabría explicar lo importante que es para mí entrar en una dinámica infantil durante las 24 horas del día, una rutina que no podríamos haber tenido en agosto. Durante el mes de julio la guardería permanece abierta, por lo que mañana Hugo volverá a clase a aprender, a jugar, a pasárselo bien con sus compañeros… Y yo prepararé sus cosas, lo llevaré, lo recogeré, hablaré con otros padres y otras madres y, en definitiva, aprenderé un poco más de la paternidad. Cosas que me gustaría hacer habitualmente pero que no me lo permiten y un panorama que en agosto no habríamos podido tener.

Volverán las tardes en el parque, volverá la piscina, volverán los partidos de fútbol en el pasillo, volverán los paseos bici, vuelves tú tras doce largos días.


P.D: He aprovechado que Hugo está dormido para escribir este post, que si no ya sabéis que el blog es suyo…

jueves, 9 de julio de 2015

Conversaciones paternofiliales III

Los niños quieren ver dibujos en la televisión y algunos protestan cuando aparece en imagen alguien que nos les gusta. Esto sucedió ante una comparecencia del presidente del Gobierno:

- Papá, no quiero eso.
- Ese señor se llama Rajoy.
- Papá, no quiero a Rajoy.

Pronto empieza a rechazar a algunos políticos...

domingo, 5 de julio de 2015

McDonald’s, Burger King y otros restaurantes poco saludables

El pasado martes tuve el placer de acudir al cumpleaños de un amiguito de la guardería. Últimamente jugamos mucho y nos llevamos muy bien, así que decidió invitarme al segundo aniversario de su nacimiento. La verdad es que me hizo mucha ilusión que pudiera ir a su fiesta y me lo pasé estupendamente, pero a mi papá le surgió una preocupación.

El lugar elegido para el festejo fue el McDonald’s, con sus túneles y toboganes para deslizarme. Ya había estado allí en otras ocasiones, así que me conocía los caminos de memoria. En cambio, con mi papá era la primera vez que iba a estar tanto tiempo en un sitio así (recuerdo que una vez se tomo un café allí). Dice que no le gustan ni para él ni para los niños, no sé por qué.

Después de estar jugando un rato llegó la hora de la merienda y las opciones eran hamburguesa o nuggets. En ese momento la cara de mi papá empezó a cambiar de color hacia un blanco pálido. Finalmente se decantó por un menú compuesto por nuggets (me comí un par de ellos y los restantes se los comió él), patatas fritas, agua y un Actimel de postre.



Desde que nací he escuchado eso de que los niños debemos tener una dieta saludable y variada y no sé en qué punto se encuentra la comida que ofrecen estos establecimientos. Según él, no aparece en ninguno y por eso trata de alejarme lo máximo posible de ellos. Si por él fuera no los pisaría hasta que tuviera poder de decisión por mí mismo. “No es una comida apta para niños pequeños”, se limita a decir, así que con no entrar tenemos suficiente. Lo que no sé si sabrá es que en ocasiones anteriores he probado las hamburguesas y no me disgustan, así que a lo mejor aquí tenemos un punto de conflicto más adelante.

Entonces a mí me surgen varias preguntas: ¿Por qué lo hace? ¿Debería permitirme una alegría en forma de hamburguesa de vez en cuando? ¿Cómo actúan los demás papás al respecto?

viernes, 3 de julio de 2015

Conversaciones paternofiliales II

En el baño también se pueden dar situaciones de lo más cómicas. Este es un ejemplo reciente:

Papá está haciendo pis y Hugo mira curioso.
- Ohh, qué grande papá.
- Sí, es un poco grande.
- Sí, ¡es un chorro grande!
(No penséis mal...)

miércoles, 1 de julio de 2015

Conversaciones paternofiliales I

- Papá, no cantes.
- ¿Por qué?
- Porque cantas muy mal.
Los niños y su sinceridad...

Movilización

Para empezar mi andadura por la red os voy a contar una nueva situación que se nos ha planteado a mi papá y a mí y que parece ser bastante recurrente hoy en día. Como mi papá no para ni cinco minutos sentado, en uno de sus paseos se ha dejado encima de la mesa pequeña del salón un aparato que lleva siempre consigo y que utiliza asiduamente y yo, que soy curioso y me gusta explorar, me he acercado a manosearlo un poco. A veces en él veo fotos mías y de mis amigos, por lo que esperaba encontrarlas.

Cuando mi papá ha regresado de la cocina y me ha visto con lo que parece llamarse ‘teléfono móvil’ en las manos, me lo ha quitado inmediatamente. Según él, eso no es un juguete (pues lo parece) y cuesta mucho dinero, dice que si se me cae le haría “una faena muy grande” (no le entiendo, a mí me gusta todo lo que sea grande).

Me ha explicado que un móvil es un aparato que utilizan los mayores para comunicarse entre sí, hacer fotos y vídeos, escuchar la radio…y al que los niños no debemos tener acceso desde tan pequeños. Tarde o temprano vamos a utilizar las nuevas tecnologías, pero a su modo de ver, cuanto más tardemos, mejor, así evitamos que “los ojitos se pongan malos” y que nos entre una mala sensación de dependencia. A mí me gustaría jugar con algunas aplicaciones educativas o ver vídeos de Pocoyó en YouTube, pero no me deja tocarlo.

Me ha quedado claro que el teléfono móvil es de mi papá y no es para mí, pero ya se lo volverá a dejar olvidado, ya…

¿Qué hacéis los demás papás en este sentido?

El móvil de mi abuelo también ha sido víctima de mi curiosidad