miércoles, 22 de julio de 2015

Los cerdos del Zurguén

Debajo de nuestra casa tenemos un pequeño parque, no es nada del otro mundo, pero cumple su cometido con los niños. Está compuesto por un tobogán, dos columpios y mucha arena… O así debería ser porque en esta época del año se llena de hierbajos y otro inquilino se ha hecho un hueco en él de forma permanente: las heces de perro.

Con dar un paseo por el bordillo se puede ver más de una veintena de ‘regalitos’ de estas mascotas y la posibilidad de que un niño entre en contacto con ellos es muy alta. Como si de un bazar de mierda se tratara, las hay de todos los tamaños, formas y texturas, incluso las hay que llevan tanto tiempo que están secas y duras como piedras y otras que se camuflan gracias a un rebozado en arena.

Los culpables no son precisamente los animales, a ellos les viene el apretón y lo hacen donde les pille, pero a los dueños no les puedo poner otro calificativo que el que titula este texto. Dejando la normativa a un lado, que ya es motivo suficiente para recoger las heces, a estas personas se les debería caer la cara de vergüenza por su falta de higiene (¿o acaso ellos hacen del vientre y dejan el choricillo flotando en su retrete?) y su falta de consideración hacia los niños.

Hace un tiempo denuncié este hecho en un medio de comunicación, hoy lo hago aquí y lo seguiré haciendo mientras nadie ponga remedio a este estercolero en el que se está convirtiendo el parque en el que debería jugar mi hijo.

El Zurguén no sólo está lleno de perros, sino que también abundan los cerdos. Aquí os dejo un paseo por algunas de las cacas.






















2 comentarios:

  1. Habrá bastantes caquitas que pertenezcan a perros que viven en otros edificios o casas del barrio, pero ¿sabes qué es lo peor, Adry? que también muchas de ellas pertenecen a nuestros propios vecinos. Y por supuesto que es una cochinada que lo dejen en un espacio en el que juegan los niños, pero creo que es mucho más incívico todavía dejar los perros sueltos por las galerías y portales del edificio y que los animalillos lo hagan a la puerta de las casas de otros, como me lo he encontrado yo más de una vez. Salir de tu casa (casa en la que no vive ni ha vivido nunca ningún perro) y encontrarte al lado del felpudo el regalito ajeno... da asco, rabia y sobre todo impotencia. Impotencia de no saber con exactitud quién es el culpable para poder pedirle que no vuelva a suceder, pero impotencia también porque aunque una tenga sus sospechas... se trate de gente de la que no se puede esperar comprensión ni respeto vecinal... Una pena.

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    1. No doy crédito a lo que estás diciendo... Por supuesto que es peor que lo dejen a la puerta de las casas, no lo he tenido en cuenta porque simplemente es algo que nunca se me habría pasado por la cabeza. Decir que me dejas alucinado es poco.

      Yo tengo localizadas a un par de personas cuyos perros campan a sus anchas por aquí y estoy a la espera de pillarlos en pleno acto para darles un toque con argumentos evidentes. El otro día ya lo hizo un vecino de mi portal, así que a ver si a base de reprimendas se civilizan un poco.

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