domingo, 20 de marzo de 2016

Sobre el conejo de los huevos

Supongo que a estas alturas muchos de vosotros habréis visto mi imagen disfrazado de Conejo de Pascua. Si todavía permanecéis estupefactos ahora paso a explicar los motivos que me llevaron a meterme dentro de ese personaje.

Desde el AMPA de la guardería organizamos una actividad para los niños basada en el Conejo de Pascua, tal vez el elemento más llamativo de estas fechas para los pequeños. Hacía falta un voluntario que se atreviera a salir al escenario a representar la historia…y allá que me fui. Al igual que ocurrió con lo de Papá Noel, me faltó tiempo para apuntarme.

La historia no tenía mucha miga: un mago le regala a un rey una gallina que pone huevos de colores y este le pide que los ponga de oro para hacerse rico. Para que no se la roben, la esconde y le pide al mago que la sustituya por una normal cada vez que tiene visita, pero un día se encuentra que en su lugar hay un conejo. Enfadado, lo suelta en el bosque y le pide explicaciones al mago, quien le confiesa que se había olvidado de devolver al conejo su apariencia de gallina. A partir de entonces, los niños encuentran huevos de colores por el bosque.

Como veis, en sí no tiene mucha historia y hay que reconocer que los niños no estaban muy entusiasmados con el cuento, pero lo bueno empezó a partir de aquí. De una manera ‘misteriosa’ el Conejo de Pascua hizo magia y empezó a poner huevos de chocolate. Eso sí, tengo que reconocer que tuve la ayuda de cinco valientes voluntarios que hicieron fuerza conmigo para que me salieran, e incluso uno de ellos tuvo la fortuna de poner uno. Posteriormente, sentí que iban a venir muchos huevos de golpe y me tuve que meter tras una puerta para echarlos todos. De golpe salieron más de 80 colocados en una cesta y dispuestos a ser repartidos niño por niño. Magia, ¿verdad? Pues algo tan simple hizo que los pequeños se lo pasaran en grande durante el cuarto de hora que duró la actuación.

Hugo me enseña el huevo que había encontrado
¿Y qué hizo Hugo?, me habéis preguntado unos y os preguntaréis otros. Primero vino la mirada de incredulidad, pero luego fue el segundo en ofrecerse voluntario para salir al escenario. En definitiva, se lo pasó bien. Cuando fui a recogerle, se reía mientras me decía: “Eres el Conejo de Pascua”. Tanta gracia le hizo que me pidió que le diera otro huevo de chocolate, una lástima para él que no llevara puesto el disfraz de conejo mágico…


Para ir concluyendo sólo me quedan un par de cosas por añadir. Primero empezaré por lo menos importante, y es que no entiendo que haya gente (sin descendencia, obviamente) que se haya mofado y haya realizado comentarios con intención de ofender (otra cosa es que lo consiguiera), pero bueno, esto es lo de menos, sólo quería mencionarlo porque me da un poquito de pena por esas personas, espero y deseo que algún día entiendan que cualquier cosa que se haga para hacer reír a un niño es poca. Personalmente, al igual que la actuación de Navidad, este es un momento que jamás olvidaré y que repetiría las veces que fuera necesario. No hay nada más bonito que la sonrisa de un niño, y el otro día vi muchas…

P.D: Esta actividad se llevó a cabo gracias al AMPA de la guardería, sin su visto bueno y la colaboración de Raquel y Rosa no hubiera sido posible. Gracias.