Supongo que a estas alturas muchos de vosotros habréis visto
mi imagen disfrazado de Conejo de Pascua. Si todavía permanecéis estupefactos
ahora paso a explicar los motivos que me llevaron a meterme dentro de ese
personaje.
Desde el AMPA de la guardería organizamos una actividad para
los niños basada en el Conejo de Pascua, tal vez el elemento más llamativo de
estas fechas para los pequeños. Hacía falta un voluntario que se atreviera a salir
al escenario a representar la historia…y allá que me fui. Al igual que ocurrió
con lo de Papá Noel, me faltó tiempo para apuntarme.
La historia no tenía mucha miga: un mago le regala a un rey
una gallina que pone huevos de colores y este le pide que los ponga de oro para
hacerse rico. Para que no se la roben, la esconde y le pide al mago que la
sustituya por una normal cada vez que tiene visita, pero un día se encuentra
que en su lugar hay un conejo. Enfadado, lo suelta en el bosque y le pide
explicaciones al mago, quien le confiesa que se había olvidado de devolver al
conejo su apariencia de gallina. A partir de entonces, los niños encuentran
huevos de colores por el bosque.
Como veis, en sí no tiene mucha historia y hay que reconocer
que los niños no estaban muy entusiasmados con el cuento, pero lo bueno empezó
a partir de aquí. De una manera ‘misteriosa’ el Conejo de Pascua hizo magia y empezó
a poner huevos de chocolate. Eso sí, tengo que reconocer que tuve la ayuda de
cinco valientes voluntarios que hicieron fuerza conmigo para que me salieran, e
incluso uno de ellos tuvo la fortuna de poner uno. Posteriormente, sentí que
iban a venir muchos huevos de golpe y me tuve que meter tras una puerta para
echarlos todos. De golpe salieron más de 80 colocados en una cesta y dispuestos
a ser repartidos niño por niño. Magia, ¿verdad? Pues algo tan simple hizo que
los pequeños se lo pasaran en grande durante el cuarto de hora que duró la
actuación.
Hugo me enseña el huevo que había encontrado |
¿Y qué hizo Hugo?, me habéis preguntado unos y os preguntaréis
otros. Primero vino la mirada de incredulidad, pero luego fue el segundo en
ofrecerse voluntario para salir al escenario. En definitiva, se lo pasó bien.
Cuando fui a recogerle, se reía mientras me decía: “Eres el Conejo de Pascua”. Tanta
gracia le hizo que me pidió que le diera otro huevo de chocolate, una lástima
para él que no llevara puesto el disfraz de conejo mágico…
Para ir concluyendo sólo me quedan un par de cosas por
añadir. Primero empezaré por lo menos importante, y es que no entiendo que haya
gente (sin descendencia, obviamente) que se haya mofado y haya realizado
comentarios con intención de ofender (otra cosa es que lo consiguiera), pero bueno, esto es lo de menos, sólo
quería mencionarlo porque me da un poquito de pena por esas personas, espero y deseo que algún día entiendan que cualquier cosa que se haga para hacer reír a un niño es poca. Personalmente, al igual que la actuación de Navidad, este
es un momento que jamás olvidaré y que repetiría las veces que fuera necesario.
No hay nada más bonito que la sonrisa de un niño, y el otro día vi muchas…
P.D: Esta actividad se llevó a cabo gracias al AMPA de la guardería, sin su visto bueno y la colaboración de Raquel y Rosa no hubiera sido posible. Gracias.
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