sábado, 23 de diciembre de 2017

Conversaciones paternofiliales XXV

Una de sentimientos:

Hugo está tranquilamente dibujando...
- Papá, ya he terminado. Este eres tú y este soy yo. Estamos contentos.
- Ah, muy bien.

Vuelve a la tarea...
- Mira, papá, estos sois Rorro y tú. A ti te he hecho triste.
- Anda, ¿y por qué estoy triste?
- Porque yo no estoy.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Conversaciones paternofiliales XXIV

Bajando en el ascensor de camino al garaje, es decir, dos plantas, Hugo se dirige muy dignamente a su padre...

- Papá, deja de hacer el bobo, por favor.

(No debería entrar en esta sección porque no es una conversación como tal, pero el comentario merece la pena. No recuerdo qué gestos o muecas estaría haciendo, pero el zasca me lo comí enterito)

viernes, 1 de septiembre de 2017

Trabajar desde casa

Hacía tiempo que tenía en mente escribir esta entrada. Concretamente desde que vi el vídeo de los hijos de Robert Kelly irrumpiendo en directo en plena entrevista de su padre con la BBC. Lo recordáis, ¿verdad? Pues menos mal que a mí no me graba nadie...

Trabajar en casa tiene sus pros y sus contras, desde luego, pero no voy a entrar ahora en esos detalles. En verano, con las vacaciones escolares esa tarea se complica. Yo estoy encantado de que Hugo esté en casa, pero a veces las dos líneas se cruzan y dan lugar a situaciones curiosas, por así decirlo.

En esta época del año, la inmensa mayoría de las entrevistas las hago vía telefónica. Ponte tú a hablar largo y tendido con alguien con un niño de cuatro años (tres el verano pasado) por casa... Desde que me pongo a hablar, creo que no pasa ni un minuto hasta que viene a mi lado y me empieza a contar cosas. Sea lo que sea. El último caso, ayer. Mientras hablaba con una mujer que fue nadadora olímpica en su día y entrenadora actualmente, se acercó para decirme que los dibujos que estaban en la televisión no le gustaban y, al momento, que quería invitar a alguien a cenar a casa. En unas ocasiones paro la conversación para hablar con él; en otras, muevo las manos y los brazos mientras realizo un amplio repertorio de gestos faciales que ni la niña de El Exorcista y Jim Carrey juntos.

Imágenes tomadas desde mi escritorio.
Problemas con los dibujos (a veces no me queda más remedio que acudir a ellos) o con sus juegos al margen, las situaciones más llamativas han tenido lugar con otros asuntos más turbios. Los mocos, por ejemplo, tienden a salir en el momento más inoportuno. Y si no salen, ya se encarga él de bajar a la mina.

O imaginad que estáis hablando con el manos libres puestos y que de repente entra corriendo en la habitación al grito de "¡¡¡papá, me hago mucha caca!!!". En efecto, vaya mierda...

Eso ocurrió el año pasado. Este verano ya está siendo más considerado y me lo dice en voz baja... Hasta que termina su faena, claro. Entonces me llama a grito pelado para que le limpie y allí aparece su padre con el teléfono en una mano mientras habla por él y las toallitas en la otra. "Hala, papá, qué chorizo más grande he hecho", soltó una vez. Y se quedó tan a gusto como yo descolocado. Retoma una conversación seria después de saber que tu interlocutor ha sido testigo indirecto de la situación. Menudo marrón... Menos mal que el entrevistado tenía una niña de edad similar. Empatía en primer grado.

Estas son sólo algunas de las situaciones que recuerdo, pero seguro que ha habido más, una lástima no haberlas ido apuntando por el camino. Por supuesto estoy escribiendo este texto por la noche, durante el día sería incapaz de hacerlo sin mi lorito al lado y su habitual "papá, vamos a jugar". En unos días lo echaré de menos...

sábado, 29 de julio de 2017

Conversaciones paternofiliales XXIII

- (poniendo cara de pena) Papá, no quiero dormir solo...
- ¿Quieres un peluche para que te haga compañía?
- Bueno, vale, el oso.

Dos minutos después...

- ¡Papá, ven, por favor!
- ¿Qué te pasa?
- Que no tengo a mi peluche favorito.
- Ah, ¿y cuál es?
- Tú.

Fdo: Hugo el conquistador.

(hace tanto que nadie me dice algo así que casi me emociono y todo)

jueves, 20 de julio de 2017

Conversaciones paternofiliales XXII

En la tarde de hoy, mientras veíamos a Warren Barguil coronarse en el Izoard...

- Papá, ¿podemos ir un día allí?
- ¿A ver el Tour de Francia? Bueno, lo podríamos considerar algún año...
- No, papá, a participar. (y se queda tan pancho)

(Post patrocinado por La Primitiva porque "no tenemos sueños baratos")

lunes, 15 de mayo de 2017

Conversaciones paternofiliales XXI

- Hugo, hoy no te puedo coger porque tengo pupa en el brazo, ¿vale?
- Vale.

(Media hora después Hugo se duerme en el autobús y yo le cojo a duras penas para bajarle, pero en el camino hacia casa abre el ojo)

- Pero, papá, ¿no me has dicho que no me puedes coger?
- Sí, pero estabas dormido y no me quedaba otra.
- Pues ya estoy despierto, así que bájame porque tienes una pupa y te duele.

(Espero que me cuide igual cuando sea viejo y esté (más) cascado y decrépito...)

miércoles, 15 de febrero de 2017

Conversaciones paternofiliales XX

- Hoy en el cole hice pis y caca porque tenía la vagina llena.
- ¿El lugar donde se almacena el pis?
- Sí.
- La vejiga, hijo, la vejiga...

(la anatomía humana, poco a poco...)

sábado, 28 de enero de 2017

Buenas noches y buena suerte

Qué titular más periodístico me ha salido, ¿verdad? Ni que tuviera un periodista en casa... Pero no os preocupéis, ese mundo aún me queda un poco lejano, así que os voy a hablar de otro: mis noches.

Con cuatro años creo que tengo una edad suficiente para dormir solo. ¿Qué os parece a vosotros? A mi padre lo tengo desesperadito, no hay noche que no le llame para que se acueste conmigo. En cuanto estiro el brazo y veo que no está, berrido al canto. Ya le he dicho que a diario no lo suelo hacer, pero el tío sigue insistiendo. Y mira que desde el primer día hacemos siempre la misma rutina para ir a la cama, pero ni con esas.

El caso es que yo he sido capaz de dormir solo muchas noches. El verano de 2014 fue el primero en el que pasé gran parte del tiempo con papá, concretamente cinco semanas, y ese fue uno de los objetivos que se marcó. Por aquel entonces yo contaba con un año y medio. Como no era plan de romper con todo desde el principio, los primeros días dormimos juntos toda la noche. Al cabo de unos días, mi papá se escurría de la cama en cuanto me dormía y sin decir ni pío pasaba el resto de la noche. Después, ya no hizo falta que se acostara conmigo, me dejaba en la cama y allí me quedaba yo, contando ovejitas o lo que se me pasara en ese momento por la cabeza.

El resultado es que al final del verano ya era capaz de dormir yo solo en la cama. No necesitaba a nadie a mi lado y podía moverme todo lo que quisiera sobre el colchón, no me iba a chocar con ningún cuerpo extraño. Cuando salí de casa de papá, todo cambió. Vuelta a empezar.

El verano de 2015 fue más duro. Más duro para mi papá, claro, porque yo estaba encantado. Nuevamente pasé casi todo el periodo estival en su casa y en esta ocasión no dejé que sus estrategias funcionaran. Apenas hubo un par de días en el que le dejé libre; el resto, o se quedaba conmigo o no me dormía. Pobre hombre... En este punto diré que él no es partidario de dejarme llorando en la cama hasta que me duerma, no cree que esa terapia de choque funcione conmigo.

Después de ese verano fue cambiando su modus operandi paulatinamente. En ocasiones, tras leerme mi cuento, él se quedaba sentado en la cama leyendo alguno de sus libros. Da igual lo que tardara en dormirme, él se quedaba ahí plantado como una estatua. Cuando cerraba los ojos, él se iba de la habitación, pero siempre solía haber un momento de la noche en el que lo echara de menos. "Papáááááá..." (entre sollozos). Todo era cuestión de suerte, unas noches dormía del tirón, otras no. Según me diera.

En el verano de 2016 volvió a la carga. Esta vez disponía de más tiempo: finales de junio, julio, agosto y septiembre. Más de tres meses por delante para hacerme mayor por las noches. Al igual que el primer verano, todo fue cuestión de organización y paciencia. Pero al final lo consiguió. Aunque tuviera que dejarme la luz encendida durante unos minutos, logró que durmiera yo solo toda la noche.

Acabó el verano y ¿qué creéis que sucedió? Pues eso, de nuevo caminé hacia atrás. Me puedo quedar dormido con la luz encendida, pero tengo que saber que en algún momento de la noche se va a acostar a mi lado. Sin embargo, no me basta con saberlo, tengo que palparlo porque en cuanto note que no está... "Papááááááá!!!!" Da igual que sea la 1, las 2 o las 5 de la noche.

De hecho, ahora mismo él está en el ordenador mientras yo, con cara de niño bueno, duermo plácidamente. Seguro que está cruzando los dedos para poderse librar una noche, pero no creo que se dé el caso. Cuando nos despedimos, con una sonrisa picarona le doy las buenas noches mientras por dentro pienso: "Y buena suerte"...