viernes, 21 de agosto de 2015

Los niños y la sexualidad

Hugo y yo tuvimos el martes nuestro primera conversación de materia sexual. No hicimos una tesis doctoral, simplemente realizamos el primer intercambio de frases sobre un tema cuyo recorrido va a ser largo. Desde mi punto de vista es importante hablar de todos los tema con total normalidad, incluido este, y lo digo porque sé que hay personas a las que les da cierto pudor tocarlo, pero es sabido que yo tengo pocos pelos en la lengua.

Antes de entrar en materia diré que Hugo conoce las partes de su cuerpo desde hace mucho tiempo, tanto el pito/pitín/pitilín (según se tercie) como sus cataplines (¡ya hasta lo sabe pronunciar!).

La segunda lección llegó después de hacer pis en la Alamedilla junto a una amiguita suya. Él lo hizo de pie, mientras que la otra niña fue cogida por su madre para que lo hiciera en una posición reclinada (aquí es cuando doy gracias de haber tenido un niño, mi espalda me lo agradece). Fue entonces cuando él me preguntó si iba a hacer caca. Claro, para Hugo esa pose es la de defecar, pero había que explicarle que las niñas no tienen pito y tienen que hace pis así.

Esta es una manera de resumirlo, tampoco voy a entrar más en detalle porque no es necesario, simplemente quería evidenciar que la sexualidad es inherente al ser humano y cuanta mayor naturalidad exista al respecto, mejor. Y vaya por delante que no contemplo los tópicos de las cigüeñas y París.

1 comentario:

  1. Cuando hice las prácticas de la carrera en un colegio, estaba en una clase de 2º de Primaria. Una de las niñas de la clase iba a tener un hermanito y su madre ya estaba en avanzado estado de embarazo. Por otra parte, en la asignatura de Conocimiento del Medio habían dado por encima algunas diferencias entre animales, como los mamíferos y los ovíparos. Pues bien, creo recordar que la tutora tuvo que tener una seria conversación con los padres de esta niña pidiéndoles que no le dijeran mentiras, porque la pequeña no reconocía mamíferos ni ovíparos, sólo la bendición de la visita de la cigüeña...
    Lo mejor es la sinceridad, aunque simplificada acorde con la etapa, claro.

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